Tus exigencias comunican vida definitiva
Juan 6, 60-69
60 Muchos discípulos suyos
dijeron al oírlo: -Este modo de hablar es insoportable; ¿quién puede hacerle
caso?
61Consciente Jesús de que lo
criticaban sus discípulos, les dijo: -¿Esto os escandaliza?,
62 ¿y si vierais subir al Hijo
del Hombre adonde estaba al principio?
63 Es el Espíritu quien da
vida, la carne no es de ningún provecho; las exigencias que os he estado
exponiendo son espíritu y son vida.
64Pero hay entre vosotros
quienes no creen. (Es que Jesús sabía ya
desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a
entregar.)
65 Y añadió: -Por eso os he venido diciendo que
nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo concede.
66 Desde entonces, muchos de
sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
67 Preguntó entonces Jesús a
los Doce: -¿Es que también vosotros queréis marcharos?
68 Le contestó Simón Pedro: -Señor,
¿con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican vida definitiva,
69 y nosotros creemos
firmemente y sabemos muy bien que tú eres el Consagrado por Dios
70 Les repuso Jesús: -¿No
os elegí yo a vosotros, los Doce? Y, sin embargo, uno de vosotros es un
enemigo.
Llegamos al final del discurso del Pan de Vida. Jesús se ha
presentado como el pan que sacia todas las hambres. Los judíos piensan que ese
pan es una ley o doctrina, pues llamaban a la ley pan. Aceptarían la doctrina
pero esta la dice el hijo de José, el carpintero; por lo tanto consideran que
no tiene valor.
Jesús ahonda en las cosas. No se trata de una doctrina. Se trata
de su persona (su carne y su sangre). La carne es la vida de Jesús en cuanto
sujeta al dolor y a la muerte, y su sangre, es su muerte violenta en la cruz a
consecuencia de su manera de vivir. Estar dispuesto a vivir y morir como él era
la propuesta de Jesús. Por eso comenzaron a criticarlo sus discípulos, por eso
Jesús advierte que la muerte no es la derrota cuando afirma: ¿y si vierais subir al Hijo del Hombre
adonde estaba al principio? Los discípulos no alcanzan a entender que la
vida continúa después de la muerte y que no hay que temerla.
Quien posee el espíritu ese ya es capaz de entregarse por los
otros y dar la vida como Jesús. El que no es un hombre incompleto, solo carne a
la que le falta el verdadero sentido de la vida.
Sólo la experiencia del Padre puede dar sentido a una entrega
como la de Jesús. Sin esta experiencia el otro es un extraño no un hermano. Jesús
trata de explicar esta experiencia: .. Por
eso os he venido diciendo que nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo
concede. Pero a pesar de esto le dan la espalda.
Ante esta negativa, de la que Jesús ya era consiente, se dirige
a los doce: -¿Es que también vosotros
queréis marcharos?
Aquí aparecen la famosas palabras de Pedro, que cansado de tantas
promesas, alcanza a intuir que lo que Jesús ha dicho es diferente a lo que
siempre ha escuchado, aunque no lo comprende del todo. Lo comprenderá mucho más
tarde: Señor, ¿con quién nos vamos a ir?
Tus exigencias comunican vida definitiva. Y lo mismo le pasa a los otros.
Jesús no se logra asimilar tan fácilmente. Es mucho lo que nos estorba para comprenderlo
y mucho lo que nos falta para terminar de entregarnos totalmente a su proyecto.
El evangelio o este capítulo no terminan con un final feliz. Al
final como ya se había dejado entrever que hay un enemigo, un traidor, capaz de
vender y entregar al maestro a la muerte. Jesús, por su íntima relación con el Padre, estará preparado para dar la vida.
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