martes, 6 de noviembre de 2012

EL BANQUETE DEL REINO YA HA COMENZADO, NO HAY QUE ESPERAR A LA MUERTE


EL BANQUETE DEL REINO YA HA COMENZADO, NO HAY QUE ESPERAR A LA MUERTE

EVANGELIO
LUCAS 14, 15-23


15Al oír aquello, uno de los comensales le dijo: -¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! 16Jesús le repuso: -Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; 17a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados: -Venid, que ya está preparado. 18Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: -He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor. 19Otro dijo: -He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor. 20Otro dijo: -Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir. 21El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de la casa, indignado, le dijo: -Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, lisiados, ciegos y cojos. 22El criado dijo: -Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio. 23Entonces el señor le dijo al criado:
-Sal a los caminos y senderos y aprémiales a entrar hasta que se llene la casa; 24porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi banquete.

Siempre esperando el futuro como si el presente no interesara, siempre mirando a la otra vida sin darnos cuenta de lo que se necesita en esta. Pensamos mucho en la felicidad y la hermosura del más allá que se nos olvida que ya, aquí y ahora, ha comenzado la fiesta de la vida.

“¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!” dijo uno que no se había enterado de que Jesús y sus discípulos ya vivían anticipadamente esa dicha. Así nos pasa, dejamos que se esfume la hermosa vida o la gastamos en lo inútil. Hasta cuando entenderemos que estamos llamados a hacer de nuestro presente lo que soñamos para el futuro.

            Pero, ¿quiénes son los que van a gozar del banquete del reino de Dios? Nada más ni nada menos que los que ya desde ahora han entendido el sentido de la vida y no han puesto sus caprichos y comodidades por encima del reino, los que van descubriendo, ya desde ahora, la alegría de vivir como hermanos y hermanas, los que no esperan para el futuro lo que ya pueden hacer realidad en el presente.

            Sin embargo, hay quienes sumidos en sus personales criterios, se olvidan de la alegría que produce la comunidad cristiana: he comprado un campo y necesito ir a verlo, he comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas, me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir. Ni siquiera nuestros más refinados modales justifican que nos privemos de la verdadera fiesta de la vida: “Dispénsame, por favor”  (Cfr. Vv. 28.29)

            Los excluidos de Israel son los merecedores del banquete: “…pobres, lisiados, ciegos y cojos” y los extranjeros, los paganos: “Sal a los caminos y senderos y aprémiales a entrar hasta que se llene la casa”. Quienes menos imaginaron participaron del banquete.

            Cuidado puede llegar a pasarnos, poco, más o menos, lo mismo. Quienes nos sentimos más seguros de participar en el banquete podemos quedarnos fuera. O, más aún, puede pasar que algunos sigamos pensando que la fiesta del banquete es para la otra vida, o que pensemos que estamos dentro del banquete y en realidad nos hemos quedado fuera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario