sábado, 17 de noviembre de 2012

QUE REINE EL HOMBRE PARA QUE CAIGAN EL SOL, LA LUNA Y LAS ESTRELLAS


EL CIELO ES EL LUGAR DEL PADRE, PERO HAY QUIENES HAN USURPADO ESE LUGAR
Marcos 13, 24-32



24Ahora bien, en aquellos días, después de aquella angustia, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, 25las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en el cielo vacilarán, 26y entonces verán llegar al Hombre entre nubes, con gran potencia y gloria, 27y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del cielo. 28De la higuera, aprended el sentido de la parábola: Cuando ya sus ramas se ponen tiernas y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29Así también vosotros: cuando veáis que esas cosas están sucediendo, sabed que está cerca, a las puertas. 30Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo eso se cumpla. 31El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran. 32En cambio, en lo referente al día aquel o la hora, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, únicamente el Padre.

El lenguaje de este pasaje es apocalíptico, por lo tanto no hay que tomarlo en sentido literal. Hay que descubrir lo que el evangelista quiso enseñar.

Primero el evangelista anuncia un cambio de época. La época del reino de Dios, la del hijo del hombre. Los días de los explotadores están contados. El evangelista no pone el énfasis en la angustia de aquellos días, sino en la experiencia de libertad que se va a conseguir los con la venida del reino, iniciado con Jesús, pero continuado por los hombres y mujeres, que continuaran la obra y la misión de Jesús.

El sol, la luna y las estrellas están en el cielo. El cielo es el lugar del Padre. Por lo tanto al estar estos en el lugar del Padre quiere decir que han usurpado su lugar. Es decir: el sol, la luna y las estrellas representan a todos aquellos poderes, sistemas, imperios, reinos, personas, que han ocupado el lugar de Dios. El problema es que la ocupar el lugar de Dios se han convertido en tiranías que oprimen y explotan al hombre reduciéndolo a cosa o esclavo.

La venida del hijo del hombre representa lo humano que Dios espera del Hombre. Jesús es el modelo de hombre y  todos los que se asemejen a él, en su compromiso de amor a la humanidad adquirido en el bautismo, forman el reino de Dios en su etapa terrena.

La llegada del hijo del hombre se describe con ciertas características: entre nubes, símbolo de la condición divina, con gran potencia, es su fuerza que comunica vida, y gloria, la realeza del Padre.

Todos los que hayan vivido al estilo del hijo del Hombre serán congregados. Los congregados ya no sólo son judíos, sin hombres de los cuatro puntos cardinales. El reino de Dios trasciende las fronteras de Israel y si abre a todos los paganos. Lo importante ya no es pertenecer a un pueblo, sino aceptar y hacer vida el proyecto de Jesús. Quienes hayan permanecido fieles al mensaje continuaran la vida en el amor.

Sobre el desconocimiento del día aquel el evangelista no se refiere a que sea un secreto exclusivo del Padre, sino que eso no es para preocuparse, pues está en manos del padre, y lo que está en manos del Padre está en mejores manos.

Hoy sigue habiendo sistemas, económicos, políticos o religiosos y personas que usurpan el lugar de Dios y tratan a los hombres como esclavos o cosas. Al hombre le hace falta conocer a Jesús el modelo de hombre. Cuando, todos, asumamos el estilo de vida de Jesús los ídolos caerán por su propia cuenta, pues no encontraran ni siervos, ni cosas que los alimenten, pues los hombres habremos aprendido que nuestra vida, libertad y dignidad tienen que ser respetadas.

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