domingo, 4 de noviembre de 2012

Nunca nadie antes, en la tierra, había amado tanto al hombre como Jesús.


¿DISCÍPULOS DE MOISÉS O DISCÍPULOS DE JESÚS?
EVANGELIO
MARCOS
12,28-34


28 Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía, y le preguntó:
-¿Qué mandamiento es el primero de todos?
29 Respondió Jesús:
-El primero es: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». 31 El segundo, éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay ningún mandamiento mayor que éstos.
32 El letrado le dijo:
-Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno solo y que no hay otro fuera de él; 33 y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios.
34 Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo:
-No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas


El letrado era el conocedor de la ley y los profetas. No todos en  Israel sabían leer y escribir, por lo tanto el acceso a los escritos sagrados estaba restringido. Desmenuzando el decálogo habían logrado sacar 613 mandamientos (365 prohibiciones, una por cada día del año, y 248 obligaciones, una por cada parte del cuerpo) y de los 613 más de 5000. Se discutía cuál de ellos sería el más importante. La mayoría afirmaba que el del descanso del sábado. Esto parece ser no terminaba de con vencer al Escriba del evangelio, por eso cuando puede le lanza la pregunta al maestro de Galilea: -¿Qué mandamiento es el primero de todos?

Jesús deja en claro que no es uno sino dos. El amor a Dios precisa el amor al prójimo: El primero es: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». 31 El segundo, éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay ningún mandamiento mayor que éstos.

El letrado se da cuenta que aquella pregunta que tanto le había rondado en la cabeza y el corazón ahora comienza a tener más claridad. Deja de pensar como los suyos y recurre a la predicación de los profetas: -Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno solo y que no hay otro fuera de él; 33 y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios. Aquí encontramos los mandamientos para un buen Israelita, pero no es suficiente para buen cristiano.

Me da la impresión de que de muchos de nosotros, como el escriba, no quedamos satisfechos cuando escuchamos enseñanzas ajenas a la vida, hay muchas ideas que nos dejan en ayunas, nos resistimos a conformarnos con normas lejanas al amor fraterno, y buscamos una luz en medio de este túnel espiritualidades intimistas. También me da la impresión de que a pesar de 2000 años de cristianismo vivimos más movidos por la ley mosaica que por la entrega cristiana.

El amor absoluto a Dios y el amor al prójimo como a nosotros mismo, de la ley mosaica, no es el amor del mandamiento nuevo. El mandamiento nuevo es el de amar como Jesús, hasta dar la vida. Jesús manifiesta que está profundamente enamorado del hombre hasta el extremo de dar su vida por él. Jesús, permítasenos la expresión, es el loco enamorado del hombre. Nunca nadie antes, en la tierra, había amado tanto al hombre como Jesús. Por eso el mandamiento cristiano no es amar al prójimo como a nosotros mismo, sino amar como Jesús no ha amado.

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