lunes, 19 de noviembre de 2012

Nada ciega tanto como el poder, la ambición, el egoísmo, la prepotencia, los aires de superioridad.


Nada ciega tanto como el poder, la ambición, el egoísmo, la prepotencia, los aires de superioridad.

EVANGELIO


LUCAS 18, 35-43

35Cuando se acercaba a Jericó había un ciego sentado junto al camino, pidiendo. 36Al oír que pasaba gente preguntaba qué era aquello, 37y le explicaron: -Está pasando Jesús el Nazoreo.
38Entonces empezó a dar voces, diciendo: -¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
39Los que iban en cabeza lo conminaban a que se callara, pero él gritaba mucho más: -¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! 40Jesús se paró y mandó que se lo llevaran. Cuando lo tuvo cerca le preguntó: 41-¿Qué quieres que haga por ti? Él dijo: -Señor, que recobre la vista. 42Jesús le contestó: -Recobra la vista; tu fe te ha salvado. 43En el acto recobró la vista y lo siguió bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Jericó es el lugar donde, según el Antiguo Testamento, al toque de las trompetas, se derribaron sus murallas. Fue el lugar por donde pasó Josué antes de llegar a la tierra prometida. Ahora Jesús el nuevo liberador pasa por Jericó, pero Jerusalén ya no es la tierra prometida sino la tierra de opresión, En ella se concentran los poderes civil, intelectual y religioso, se explota y engaña al pueblo de Dios, y se dará muerte al que es la vida. Jesús es consciente de que ahí están sus peores enemigos (sumos sacerdotes, escribas y ancianos), pero ha tomado la firme determinación de enfrentarse con Jerusalén y no habrá miedo que lo haga retroceder.

En el camino aparece un ciego, sentado en el lugar donde se siembra la semilla, llegan los pájaros y se la comen. Es figura de aquellos a quienes no les ha penetrado el mensaje de Jesús.
Satanás, “el poder”, se ha encargado de cegarlos pues no son capaces de ver la calidad del mesianismo de Jesús y lo confunden con un mesías de corte davídico: -¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Está lejos de Jesús, por eso tiene que llamarlo. Pero el problema no es la lejanía física, sino lo lejos que está del proyecto y la persona de Jesús. Tiene que solicitar lo que necesita. Jesús no se impone a nadie, es respetuoso de la libertad de cada individuo, cada uno tiene que decir lo que quiere para su vida: -¿Qué quieres que haga por ti?
No se trata de un ciego de nacimiento como de alguien que ha perdido la vista: “Señor, que recobre la vista.” Hay tantas cosas que nos vuelven ciegos, que anulan nuestra capacidad de visión, que nos sumergen en las tinieblas. Si queremos, él puede devolvernos la visión perdida, nos puede dar claridad donde todo parece tinieblas, sólo hay que quererlo, desearlo, asumirlo. Nada ciega tanto como el poder, la ambición, el egoísmo, la prepotencia, los aires de superioridad. Todo esto estorba para que el mensaje del amor universal eche raíces en nosotros y produzca frutos. Hay que acompañar a Jesús hasta Jerusalén, no lugar de la gloria humana, sino lugar donde mostrará su amor hasta el extremo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario