No podemos esperar más, el mundo desea ver un cristianismo más sencillo y servicial.
EVANGELIO
LUCAS 14, 1. 7-11
14 1Un
día de precepto fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo
estaban acechando.
7Notando
que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso estas máximas:
8-Cuando
alguien te convide a una boda, no te sientes en el primer puesto, que a lo
mejor han convidado a otro de más categoría que tú; 9se acercará el que os
invitó a ti y a él y te dirá: "Déjale el puesto a éste". Entonces,
avergonzado, tendrás que ir bajando hasta el último puesto. 10Al revés, cuando
te conviden, ve a sentarte en el último puesto, para que, cuando se acerque el
que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Así quedarás muy
bien ante los demás comensales. 11Porque a todo el que se encumbra, lo
abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán.
¿Hasta
cuando quitaremos de nuestro corazón y de nuestra cabeza el deseo de querer ser
siempre los primeros? ¡Qué difícil es igualarnos con los otros! Buscamos llevar
ventaja sobre todos, no permitimos que nadie nos tome la delantera. La
tentación de la fama, el honor, el prestigio no ha sido superada.
Urge la
actitud sencilla de los hijos e hijas de Dios. Es necesario bajarnos de nuestra
soberbia que impide que otros vean con claridad que es el Cristianismo,
desfiguramos el proyecto de Jesús cuando convertimos la vida en una competencia
que enaltece a unos y humilla a otros. No podemos esperar más, el mundo desea
ver un cristianismo más sencillo y servicial. Una figura como la de Martincillo, el santo a quien celebramos este día es necesaria en nuestra Iglesia.
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