martes, 2 de octubre de 2012

CUIDADO CON MOSTRAR DESPRECIO A UN PEQUEÑO


¿QUIÉN ES MAS GRANDE EN EL REINO DE DIOS?
EVANGELIO
MATEO 18, 1-5.10-14

18 1 En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-Vamos a ver, ¿quién es más grande en el reino de Dios? 2 Él llamó a un criadito, lo puso en medio 3 y dijo: -Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como estos chiquillos, no entráis en el reino de Dios; 4 o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el chiquillo éste, ése es el más grande en el reino de Dios; 5 y el que acoge a un chiquillo como éste por causa mía, me acoge a mí.

10 Cuidado con mostrar desprecio a un pequeño de ésos, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. 12 A ver, ¿qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas y que una se le extravía; ¿no deja las noventa y nueve en el monte para ir en busca de la extraviada? 13 Y si llega a encontrarla, os aseguro que ésta le da más alegría que las noventa y nueve que no se han extraviado. 14 Así tampoco quiere vuestro Padre del cielo que se pierda uno de esos pequeños.

Los discípulos no terminan de entender el mensaje de Jesús. Continúan con su mentalidad de superioridad exclusivista. Se siguen haciendo la pregunta que ha dañado a la humanidad y a la Iglesia: ¿quién es más grande en el reino de Dios?  Jesús no tarda en poner las cosas en claro. Una mal respuesta a esta pregunta puede terminar perjudicándolo todo. Los hombres buscan el poder, el dominio, ser los primeros, sentirse los más importantes. A Jesús le queda claro que el más importante en el reino es el que como el criadito, libre de todo afán de superioridad, sirve sin intereses personales y desde su sencillez. En la comunidad cristiana el más importante no es el que triunfa personalmente como lo traza la comunidad, sino el que busca siempre el bien de la comunidad, y por ella, y por el otro es capaz de dar la vida. El chiquillo propuesto por el evangelio es figura del servidor desinteresado que ha creído en el proyecto de amor hasta dar la vida como Jesús, es el que ya ha comenzado a hacer vida las bienaventuranzas, ha optado por ser pobre, tiene a Dios como rey y no al dinero, es el que ha decidido luchar contra la ambición personal en nombre de una comunidad de hermanos.

En la comunidad cristiana nadie puede despreciar a nadie. Nadie puede ser objeto del desprecio de nadie. Todos han de mirarse como hermanos y el amor para que sea verdadero ha de ser para todos. En Israel se decía que nadie podía ver a Dios, ni siquiera los siete ángeles de la presencia, cuando Jesús dice que sus ángeles están viendo constantemente el rostro de Del Padre, no pretende dar un tratado de angelología, sino mostrar la importancia que tienen los que están haciendo vida el mensaje de Jesús, por lo cual nadie con aires de grandeza debe atreverse a hacerles daño. Con frecuencia descubrimos que hay todavía cristianos que sienten que nadie es digno de su persona y tratan con desprecio a quienes han adoptado una sencilla manera de vivir la vida. No hemos superado esta tentación de la vida, pues aun cuando sabemos que la felicidad no está en el poder seguimos matando por conseguirlo.

Conseguir que alguien adopte el estilo sencillo de la vida Jesús no es tarea fácil (ser como el criadito). Por eso el Padre protege al que lo ha hecho como el  pastor que busca a la oveja que se le ha extraviado. También la comunidad cristiana tiene que preocuparse de no perder, dañar, alejar, escandalizar a quien renunciando a todo egoísmo y ha optado por hacer realidad las bienaventuranzas. La comunidad ha de proteger a los que han creído que están para servir y no para ser servidos, ellos son el reflejo de lo que realmente Jesús espera de sus seguidores, y el Padre no quiere que se pierda alguno de ellos.

Por último, perder en la comunidad un hermano que había creído en Jesús y había adoptado su estilo de vida, pero que a causa del desprecio de los que siguen creyendo que son los poderosos, nos debe hacer mover cielo, mar y tierra para recuperarlo, pues para este es el reino de los cielos, y para el prepotente cambie, es necesario que se corte, la mano, o el pie o se saque el ojo. Estos versículos son omitidos en la lectura litúrgica, pero nos hacen ver que por muy dolorosa que sea la renuncia, si queremos construir el reino, debemos hacerlo. (El Ojo representa la intención, el pie la conducta o actitud, y la mano las obras o las acciones)

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