FINGIMOS NO SABER QUIEN ES EL PRÓJIMO
EVANGELIO
LUCAS 10, 27-35
25 En esto
se levantó un jurista y le preguntó para ponerlo a prueba:
-Maestro, ¿qué
tengo que hacer para heredar vida definitiva?
26 ÉL le
dijo:
-¿Qué está
escrito en la Ley? ¿Cómo es eso que recitas?
27 Este
contestó:
-"Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo".
28 Él le
dijo:
-Bien contestado.
Haz eso y tendrás vida.
29 Pero el
otro, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
-Y ¿quién es mi
prójimo?
30 Tomando
pie de la pregunta, dijo Jesús:
-Un hombre bajaba
de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos; lo desnudaron, lo molieron
a palos y se marcharon dejándolo medio muerto. 31 Coincidió que bajaba un
sacerdote por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32 Lo mismo
hizo un clérigo que llegó a aquel sitio;- al verlo, dio un rodeo y pasó de
largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y,
al verlo; se conmovió, 34 se acercó a él y le vendó las heridas echándoles
aceite y vino; luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y
lo cuidó. 35 Al día siguiente sacó dos denarios de plata y, dándoselos al
posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a la
vuelta". 36 ¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que
cayó en manos de los bandidos?
37 El
jurista contestó:
-El que tuvo
compasión de él.
Jesús le dijo.
-Pues anda, haz
tú lo mismo.
Sé que muchos ante un pasaje como
este descubren mucha tela de donde cortar para elaborar una predicación
maravillosa, pero yo confieso que, por el contrario, un texto cómo este me
lleva al silencio y descubrir, con tristeza, que estamos muy lejos de entender
lo que significa el amor al prójimo.
Por esta razón hago a un lado las
muchas reflexiones que pudiera hacer de este pasaje, comparto una experiencia
que nos acerca al prójimo de carne y hueso
y, por otro lado, recomiendo la lectura: “Tras la huellas del Samaritano” ; Alessandro Pronzato; Sal Terrae.
¡Qué lejos
estamos del amor al prójimo!
Era jueves y el padre N se preparaba para iniciar la hora santa, cuando llegó al templo se percató que ahí se encontraba el coro que cantaba los domingos a las seis de la tarde, al que días anteriores había invitado para que participaran.
Se acercó hasta ellos y ultimaron detalles sobre los cantos, acordaron
que, ellos cantarían y el padre, como
siempre, encabezaría la oración. Se encaminó rápidamente a la capilla del santísimo
pues el tiempo estaba corriendo, tomó el Santísimo en sus manos y fue hasta el
altar donde estaba colocada ya la custodia.
Como de costumbre, se dirigió hacia la banca donde cada ocho días le
esperaba el micrófono y la guitarra que con anterioridad los hermanos
preparaban, sólo que aquella tarde no la utilizaría. Tomó el micrófono en sus
manos e intentó concentrarse en el canto para comenzar la oración.
Dio inicio a la oración, se sentía inspirado, aunque recordaba que
apenas ocho días antes, se había sentido vacío y había terminado insatisfecho,
sin embargo, por fin el viernes por la mañana le había caído el veinte, padecía
el síndrome de burnout o del trabajador quemado.
Con anterioridad muchos le habían advertido del estrés que le notaban e
incluso sobre el posible padecimiento del síndrome, pero él lo negaba, pues
cada que llegaba el jueves de la hora santa se sentía pleno y con nuevas
fuerzas, pero el jueves anterior ya no había sucedido eso, quiso justificarse
internamente achacándolo a que en jueves anteriores no había estado, pues con
las semanas de formación permanente, a las que el obispo le había mandado,
impidieron su presencia.
Trató de
hacer a un lado el cansancio y continuó con su oración, cerró levemente los
ojos para poder concentrarse, de repente los abrió instintivamente y ahí frente
a él estaba extendiendo la mano, Jesús, que era como él llamaba al mudito que a
menudo frecuenta la parroquia, pues con sus muchas actividades, aunque lo había
pensado en varias ocasiones, no se había dado el tiempo de investigar su
nombre.
Lo saludó y le regaló una sonrisa e intentó continuar con la oración que
estaba haciendo, sin embargo le fue muy difícil, pues Jesús al ver a un lado la
guitarra la tomó consigo y comenzó a rasguear a todo lo que daba.
El padre N trataba de concentrarse pero Jesús le sonreía y
tocaba cada vez más fuerte. El coro se oía poco, pues los rasgueos de Jesús no
paraban. El padre miraba a Jesús sonriendo y rasgueando con toda fuerza. Perdió
la concentración por completo y se sumergió en otros pensamientos.
Primero pensó pedir a Jesús que se callara y arrebatarle la guitarra,
pero Jesús no dejaba de rasguear y sentirse feliz con la guitarra, entonces el
padre pensó, ¿cuál sería la actitud de Dios en este momento? Se ha de estar
riendo de mí por lo que estoy pensando.
Imaginó a Dios retorciéndose de la risa por aquello que parecía una
broma, finalmente tomó conciencia de lo que estaba pasando, ¿qué era lo que
realmente le estaba agradando a Dios en ese momento? ¿Su rutinaria oración de
cada 8 días o la alegría con que rasgueaba a aquel muchacho? ¿Los cantos de
aquel coro que se esforzaba por hacerlo todo en tono meditativo o la fuerza con
que Jesús rasgueaba y de repente balbuceaba alguna palabra? Sin duda, la
alegría de aquel muchacho.
Así que detuvo su oración y permitió que Jesús siguiera rasgueando, sin
dejar de hacerse mil preguntas.
¡Qué lejos estamos de entender a Dios! y qué lejos estamos de amar al
prójimo, pensó el Padre, pues aunque él lo había entendido ¿cómo hacerlo
entender a todos los que frente al santísimo habían ido a encontrar un
momento de armonía? pero que con los rasgueos de Jesús se había perdido.
Al terminar la celebración no faltó quien se acercara al padre para
expresarle: ¡Que atrevido ese muchacho, mire que ponerse a tocar como loco, ahora
si no pudimos rezar a gusto! ¡Poco falto para que me levantara y lo sacara! Dijo
otra. ¡Si para la próxima usted no le dice nada, lo vamos hacer nosotras!
A partir de ahí, el padre no dejaba de repetirse: ¡Señor, que lejos
estoy del amor al prójimo y que lejos estamos de conocerte! ¿Cómo hacerle
entender a esta gente que para ti hay cosas más importantes? ¿Cómo?
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