domingo, 14 de octubre de 2012

¿REINO DE DIOS O VIDA ETERNA?


ENFOCADOS EN EL MÁS ALLÁ EVADIMOS LOS PROBLEMAS DE NUESTRO PRESENTE
EVANGELIO
MARCOS 10, 19-30

19Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre. 20Él le declaró: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven: 21Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor diciéndole: -Una cosa te falta: ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres, que tendrás en Dios tu riqueza; y anda, ven y sígueme. 22A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas posesiones. 23Jesús, paseando la mirada alrededor, dijo a sus discípulos: -¡Con qué dificultad van a entrar en el reino de Dios los que tienen el dinero! 24Los discípulos quedaron desconcertados ante estas palabras suyas. Jesús insistió: -Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios para los que confían en la riqueza! 25Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios. 26Ellos comentaban, enormemente impresionados: -Entonces, ¿quién puede subsistir? 27Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Humanamente, imposible, pero no con Dios; porque con Dios todo es posible. 28Pedro empezó a decirle: -Pues mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos venido siguiendo. 29Jesús declaró: -Os lo aseguro: No hay ninguno que deje casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o tierras, por causa mía y por causa de la buena noticia, 30que no reciba cien veces más: ahora, en este tiempo, casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras  entre persecuciones- y, en la edad futura, vida definitiva.


Imposible abracar en su totalidad el mensaje de un texto como este. Intentemos ser breves sin traicionar el mensaje profundo.
El hombre del evangelio de hoy es alguien, que según la parábola del sembrador la semilla no ha fructificado. Es un hombre que no es terreno fértil debido a sus muchas posesiones.

Está preocupado por la vida eterna, la vida terrena la tiene resuelta, es rico. Y desde luego esto le ciega no permitiéndole ver la infinidad de hombres a quienes pudiera hacerles bien.
La vida eterna se consigue cumpliendo los mandamientos dados por Moisés, y sólo los de carácter ético, porque los que tienen que ver con Dios no se mencionan. Aquí surge la pregunta: ¿si el camino a la vida eterna estaba enseñado por Moisés cual fue la Misión de Jesús? El evangelio de hoy lo responde.

Jesús habla del reino de Dios mucho más que de la vida eterna, esta será herencia del Padre después de esta vida. El reino de Dios es experiencia, tarea, misión. Jesús no vino a enseñar el camino a la vida eterna, vino a enseñar cómo construir el reino de Dios. Es decir: cómo lograr que todos los hijos e hijas de Dios sean felices y vivan dignamente. Vino a darle sentido a la vida y enseñarnos a llenar de felicidad los 10, 15, 40, 70 o más años que vayan a vivir nuestros hermanos los hombres. Nos enseñó que hacer con los muchos o pocos años que viviremos en este mundo. Quiso que aprendiéramos que la felicidad se consigue haciendo felices a los otros, que hay un tesoro más grande que todo el oro del mundo, que el reino de Dios es esa experiencia de sentirse hermano de cada niño, hombre, mujer, anciano; que papá Dios nos quiere ver como hermanos y quiere que hagamos más digna la vida de todos sus hijos. El problema es que enfocados en el más allá (vida eterna) nos dormimos y olvidamos construir en el más acá el reino de Dios la comunidad de hermanos.

Unas breves palabras sobre la recompensa: casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras  entre persecuciones- y, en la edad futura, vida definitiva. El evangelio de ninguna manera se refiere a un pacto con Dios en el cual si yo me desprendo de mi casa, el por este desprendimiento va a bendecirme con muchas otras. No, el evangelio habla del reino como experiencia de fraternidad, en consecuencia, entre más hermanos tengo, por la experiencia del amor fraternal, más casas tengo, porque la casa del hermano es mi casa y la mía es suya. Lo mismo pasa con las mamás, las hermanas, los hermanos, los hijos. El reino de Dios es la gran familia que vive según el designio de Dios. La vida eterna será la herencia de nuestro Padre para los que hemos vivido como hijo y como hermanos.

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