ENFOCADOS EN EL MÁS ALLÁ EVADIMOS LOS PROBLEMAS DE NUESTRO PRESENTE
EVANGELIO
MARCOS 10, 19-30
19Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio,
no robes, no des falso testimonio, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu
madre. 20Él le declaró: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde
joven: 21Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor diciéndole: -Una
cosa te falta: ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres, que
tendrás en Dios tu riqueza; y anda, ven y sígueme. 22A estas
palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas
posesiones. 23Jesús, paseando la mirada alrededor, dijo a sus
discípulos: -¡Con qué dificultad van a entrar en el reino de Dios los que
tienen el dinero! 24Los discípulos quedaron desconcertados ante
estas palabras suyas. Jesús insistió: -Hijos, ¡qué difícil es entrar en el
reino de Dios para los que confían en la riqueza! 25Más fácil
es que un camello pase por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el
reino de Dios. 26Ellos comentaban, enormemente impresionados: -Entonces,
¿quién puede subsistir? 27Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Humanamente,
imposible, pero no con Dios; porque con Dios todo es posible. 28Pedro
empezó a decirle: -Pues mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos venido
siguiendo. 29Jesús declaró: -Os lo aseguro: No hay ninguno que deje
casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o tierras, por causa mía y por
causa de la buena noticia, 30que no reciba cien veces más:
ahora, en este tiempo, casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras entre persecuciones- y, en la edad futura,
vida definitiva.
Imposible abracar en su totalidad el
mensaje de un texto como este. Intentemos ser breves sin traicionar el mensaje
profundo.
El hombre del evangelio de hoy es
alguien, que según la parábola del sembrador la semilla no ha fructificado. Es
un hombre que no es terreno fértil debido a sus muchas posesiones.
Está preocupado por la vida eterna, la
vida terrena la tiene resuelta, es rico. Y desde luego esto le ciega no
permitiéndole ver la infinidad de hombres a quienes pudiera hacerles bien.
La vida eterna se
consigue cumpliendo los mandamientos dados por Moisés, y sólo los de carácter
ético, porque los que tienen que ver con Dios no se mencionan. Aquí surge la
pregunta: ¿si el camino a la vida eterna estaba enseñado por Moisés cual fue la
Misión de Jesús? El evangelio de hoy lo responde.
Jesús habla del reino
de Dios mucho más que de la vida eterna, esta será herencia del Padre después
de esta vida. El reino de Dios es experiencia, tarea, misión. Jesús no vino a
enseñar el camino a la vida eterna, vino a enseñar cómo construir el reino de
Dios. Es decir: cómo lograr que todos los hijos e hijas de Dios sean felices y
vivan dignamente. Vino a darle sentido a la vida y enseñarnos a llenar de
felicidad los 10, 15, 40, 70 o más años que vayan a vivir nuestros hermanos los
hombres. Nos enseñó que hacer con los muchos o pocos años que viviremos en este
mundo. Quiso que aprendiéramos que la felicidad se consigue haciendo felices a
los otros, que hay un tesoro más grande que todo el oro del mundo, que el reino
de Dios es esa experiencia de sentirse hermano de cada niño, hombre, mujer,
anciano; que papá Dios nos quiere ver como hermanos y quiere que hagamos más
digna la vida de todos sus hijos. El problema es que enfocados en el más allá
(vida eterna) nos dormimos y olvidamos construir en el más acá el reino de Dios
la comunidad de hermanos.
Unas breves palabras
sobre la recompensa: casas, hermanos y
hermanas, madres, hijos y tierras entre
persecuciones- y, en la edad futura, vida definitiva. El evangelio de
ninguna manera se refiere a un pacto con Dios en el cual si yo me desprendo de
mi casa, el por este desprendimiento va a bendecirme con muchas otras. No, el
evangelio habla del reino como experiencia de fraternidad, en consecuencia,
entre más hermanos tengo, por la experiencia del amor fraternal, más casas
tengo, porque la casa del hermano es mi casa y la mía es suya. Lo mismo pasa
con las mamás, las hermanas, los hermanos, los hijos. El reino de Dios es la
gran familia que vive según el designio de Dios. La vida eterna será la herencia
de nuestro Padre para los que hemos vivido como hijo y como hermanos.
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