EVANGELIO
LUCAS 11, 1-4
11 1 Una vez estaba él orando en cierto lugar; al
terminar, uno de sus discípulos le pidió: -Señor, enséñanos a orar, como Juan
enseñó a sus discípulos.
2 Él les dijo: -Cuando oréis, decid: "Padre,
proclámese ese nombre tuyo, llegue tu reinado; 3 nuestro pan del mañana dánoslo
cada día 4 y perdónanos nuestros pecados, que también nosotros perdonamos a
todo deudor nuestro, y no nos dejes ceder a la tentación".
Siempre
nos han dicho que para orar con eficacia hay que buscar el lugar propicio, para
Jesús no es cuestión de lugar, sino de actitud. El evangelio de hoy no precisa
el lugar de la oración de Jesús.
Por
otro lado el discípulo no pide aprender a orar como Jesús, sino que se les
enseñe como Juan a sus discípulos. Se buscan formas que faciliten y garanticen
la eficacia de la relación con Dios, aunque vengan de otros y no de ellos
mismos, ignorando que la eficacia no esté en lo que se repite con la mente o
con los labios, sino de lo que brota del corazón de un hijo frente a su Padre.
Jesús
no enseña una formula. Enseña una manera nueva de relacionarse con Dios. Primero,
la relación con Dios ha de ser en términos de familiaridad, las religiones
antiguas se encargaban de hacer inaccesible a Dios. Jesús lo acerca al hombre y
este, con toda familiaridad lo puede llamar Padre. Segundo: esta familiaridad
no debe ser privilegio de algunos, por eso, que Dios es Padre, debe no sólo ser
conocido de todos como experimentado. Tercero: el reinado de Dios es la
experiencia de una comunidad de vida, amor y libertad, donde todos los Hijos
conviven como hermanos. La comunidad desea que esa experiencia llegue a todos,
por eso pide: llegue tu reinado. Cuarto:
hay cosas que pensamos que son propias de la otra vida, del mañana, del futuro
escatológico, pero aquí de lo que se trata es precisamente de lo contrario, es
decir: que lo que se pensaba para la eternidad comience a vivirse hoy. De aquí
que la Eucaristía, singo del banquete celestial, sea una realidad presente que
anticipa lo eterno. Quinto: la comunidad que ha perdonado puede, frente a Dios,
pedir también ser perdonada confiando en que así será. Sexto: las tentaciones
de Jesús en el desierto son las mismas tentaciones de la comunidad. El providencialismo
infantil, el poder, la fama, lo espectacular, la gloria, tentaran al discípulo,
pero el maestro ya les ha dado ejemplo de que de todo ello se puede salir más
que victorioso.
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