sábado, 27 de octubre de 2012

LA NECESIDAD QUE TIENEN OTROS DE CAMBIAR SU FORMA DE VIDA LA TENEMOS TODOS


NI LA MANTANZA DE PILATOS NI EL ACCIDENTE DE SILOÉ SE DEBEN AL PECADO DE LAS VÍCTIMAS


Evangelio


Lucas    13, 1-9


13 1 En aquella ocasión algunos de los presentes le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la de las víctimas que ofrecían. 2 Jesús les contestó:
-¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás, por la suerte que han sufrido? 3 0s digo que no; y, si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis también. 4 Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5 Os digo que no; y, si no os enmendáis, todos pereceréis también.
6 Y añadió esta parábola:
-Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 7 Entonces dijo al viñador:
-Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué, además, va a esquilmar la tierra?
8 Pero el viñador le contestó;
-Señor, déjala todavía este año; entretanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol; 9 si en adelante diera fruto..., si no, la cortas.

Piensan intimidar a Jesús contándole un hecho que consideran puede llenarle de miedo. Consideran que hablando de lo sucedido a los Galileos, Jesús, otro galileo, se amedrentara y desistirá de su proyecto: le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la de las víctimas que ofrecían.

Siempre hay quien utiliza el miedo como instrumento para frenar los anhelos de libertad y la capacidad de expresión de quienes promueven esa libertad. Aquel día pensaron que ante lo hecho por Pilatos a los galileos Jesús se acobardaría y desistiría de su misión, pero no fue así.

Los fariseos tachaban a Jesús y sus discípulos de pecadores y quieren advertirle (amenazarlo) de que por ser pecadores les pasará lo que a los galileos. Jesús les hizo ver que aquellos Galileos no habían muerto por ser pecadores, y que cosas semejantes no les pasaban sólo a los Galileos, sino también a los jerosolimitanos: Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

Jesús deja en claro que el argumento es erróneo y perverso; erróneo porque ni la matanza de Pilatos ni el accidente de Siloé se debe al pecado de las víctimas, y perverso porque con ello pretenden llenar de miedo a quienes insatisfechos de la doctrina oficial buscan en Jesús una alternativa que les llene de vida.

Casi siempre el que tacha a los otros de pecadores se considera justo, o el que ha librado la vida de peligros considera que le sucede porque es bueno, pero Jesús deja en claro las cosas: ellos no son menos pecadores que aquellos a quienes han culpado y la misma necesidad que tienen otros de cambiar de forma de vida la tenemos todos. Y es que de no reconocer esto nos puede pasar lo que a la higuera.

La vida tiene un tiempo y ese tiempo hay que vivirlo produciendo frutos. Quien no produce frutos vuelve la tierra inútil, su vida es inútil. ¡Cuidado no nos vaya a sorprender el tiempo de la cosecha! No es amenaza, pero no nos vaya a llegar el momento de producir frutos y vayamos a estar vacíos, llenos de hojas pero carentes de frutos.

Alentador es que papá Dios es misericordioso y nos brinda una nueva oportunidad para generar vida, pero triste es que al final de nuestra vida hayamos desaprovechado las miles de oportunidades que Dios había puesto en nuestras manos.

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