¿Cuántas oportunidades no habremos dejado pasar a causa de nuestra arrogancia o por miedo a renunciar a nuestras falsas sguridades?
EVANGELIO
Mateo 11, 20-24
20Se puso entonces a recriminar a las ciudades donde había hecho casi
todas sus potentes obras, por no haberse enmendado.
21-¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón
se hubieran hecho las potentes obras que en vosotras, hace tiempo que habrían
mostrado su arrepentimiento con sayal y ceniza. 22Pero os digo que
el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. 23y
tú, Cafarnaún, ¿piensas encumbrarte hasta el cielo? Bajarás al abismo (Is
14,13-15); porque si en Sodoma se hubieran hecho las potentes obras que se han
hecho en ti, habría durado hasta hoy. 24Pero os digo que el día del
juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.
Breve perícopa. En ella Jesús
recrimina a las ciudades no haber sido capaces de renunciar a la injusticia que
se pedía con el anuncio de la enmienda. Al no renunciar a su pasado injusto
estás ciudades merecen una suerte más grave que las que mereció Tiro y Sidón. A
pesar de todo lo que se ha vivido en estás ciudades, estás no han dado señales
de cambio. Su arrogancia no les permite ver las obras potentes realizadas por
Jesús. Corozaín y Betsaida eran ciudades donde existían escuelas rabínicas y
ambiente religioso, por eso decimos que sus aires de saberlo todo no les ha
permitido descubrir los signos del Reino.
Cafarnaúm merece una mayor
comparación. Sodoma era conocida como una ciudad maldita. Cafarnaúm resulta ser
más perversa que Sodoma.
Lo que el pasaje quiere enseñar es
que los páganos y los considerados malditos han mostrado más apertura al reino
de Dios que los propios judíos.
Así pasa, con demasiada frecuencia
quienes consideramos oficialmente malos, cuando se encuentran con Jesús
responden mejor a su llamado.
También me da la impresión de que nos pasa lo mismo que les pasó a estás ciudades: dejamos escapar las mil oportunidades que Dios pone frente a nosotros para ser mejores, pero no las aprovechamos.
¿Cuántas oportunidades no habremos dejado pasar a causa de nuestra arrogancia o por miedo a renunciar a nuestras falsas seguridades?
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