«El amor está por encima de todo»
EVANGELIO
Mateo 12, 1-8
12
1En aquella ocasión, un sábado echó Jesús a andar por lo sembrado;
los discípulos sintieron hambre y empezaron a arrancar espigas y a comer. 2Los
fariseos, al verlo, le dijeron:
-Mira,
tus discípulos están haciendo lo que no esta permitido en día de precepto.
3E1
les replicó:
-¿No
habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre? 4Entró
en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les
estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes. 5y
¿no habéis leído en la Ley
que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el templo sin incurrir en
culpa? 6Pues os digo que hay algo más que el templo aquí.
7Si
comprendierais lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6)
no condenaríais a los que no tienen culpa. 8Porque el Hombre es
señor del precepto.
Ayer
comentamos lo que tenía a los sencillos rendidos y abrumados. Dijimos que era
la ley, propuesta por los sabios y entendidos. Hoy nos encontramos con claro
ejemplo de ello. Para muchos en Israel el mandamiento principal era la
observancia del día de precepto (sábado), día en que se impedía toda actividad
humana. Pero, el evangelio de hoy nos recuerda que hay cosas en la vida humana
que no saben de días ni de horas, ni de lo que es sagrado y profano, y que
llegan simplemente porque forman parte de la naturaleza humana. Un claro
ejemplo de ello es el hambre.
Los
discípulos, dice Jesús, van en contra de la ley más sagrada (el precepto de
sábado) porque su hambre les hace cortar espigas para comerlas. No era la primera
vez que pasaba algo así. Ya en la antigüedad le había ocurrido al mismísimo David.
Él y sus hombres comieron de los panes y de la ofrenda, que según la ley, sólo
podían comer los sacerdotes. Lo bueno es que en aquella ocasión se toparon con
alguien de corazón humano y no con
alguien de corazón de piedra como los fariseos. Pero: ¿Por qué la ley, si es
tan importante, no aplica igual para todos? ¿Por qué los sacerdotes si podían
trabajar en sábado, en el templo y la gente no? Recuerdo un ejemplo que contaba
al Padre Juan Mateos: En España se había prohibido a los católicos trabajar en
domingo, pues era el día sagrado. Le fueron con el cuento al obispo que los
campesinos no iban a misa y que se ponían a trabajar en el día sagrado. El
obispo pidió a su chofer que le llevara al campo para cerciorarse si lo que le
habían comentado era verdad. El obispo reunió a los campesinos y les llamó la atención
por trabajar en el día sagrado. Entonces uno de los campesinos contestó al
obispo: ¡Disculpe su excelencia¡ ¿y usted por qué pone a trabajar a su chofer
si hoy es día sagrado? El obispo trago tuercas y se retiró de aquel sitio. Así
es como se las gastan los sabios y entendidos.
Jesús,
en este pasaje, va mucho más lejos de lo que pudiéramos imaginar. Pone al
hombre y su hambre (necesidad) por encima de lo más sagrado para los judíos: el
templo (6Pues os digo que hay algo más
que el templo aquí.) y del que consideraban el
precepto más importante: el sábado (8Porque el Hombre es señor del precepto.).
¿Hasta cuándo entenderemos que el prójimo está por encima de nuestro culto y nuestros templos?
Jesús
no rechaza a los fariseos, pero los invita a comprender mejor a Dios: 7Si comprendierais lo que
significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6). No
sería fácil para los fariseos aceptar la propuesta de Jesús. De hecho, habría
que revisar si el evangelio habla de conversiones de fariseos. Hay que se quede
de Tarea.
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