martes, 18 de septiembre de 2012

¡Joven, a ti te hablo, levántate!


¡IGLESIA, A TI TE HABLO, LEVÁNTATE¡

Lucas  7, 11-17


11 Después de esto fue a una ciudad llamada Naín, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. 12 Cuando se acercaba a las puertas de la ciudad resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; una considerable multitud de la ciudad la acompañaba. 13 Al verla el Señor, se conmovió y le dijo:
-No llores.
14 Acercándose, tocó el ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
-¡Joven, a ti te hablo, levántate!
15 EL muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. 
16 Todos quedaron sobrecogidos y alababan a Dios diciendo:
-Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Y también:
-Dios ha visitado a su pueblo.
17 Este dicho acerca de Jesús se extendió por todo el país judío y todo el territorio circundante.

También hay religiones que producen muerte, y no me refiero al culto expreso del personaje brotado del imaginario colectivo llamado la santa muerte.

No logro entender como después de tantos años de leer el evangelio no hemos caído en la cuenta que los personajes del evangelio, casi siempre anónimos, son figuras representativas de una realidad más grande. Nos empeñamos en literalidad de los pasajes que perdemos el sentido genuino del evangelio. Tratemos de ir a lo profundo del texto.

La viuda y el joven no llevan nombre. Hay que buscar a quien representa. El centurión y su siervo representaban a la comunidad de paganos sin posibilidad de vida. La viuda y su hijo representan al pueblo de Israel sin esperanza de vida. La viudez de esta mujer indica que Israel se ha quedado sin esposo (sin Dios) a causa de su infidelidad. Y el fruto de la alianza entre Dios y el pueblo está muerto (el hijo) y al ser único no hay posibilidad, humanamente de ser sustituido. Israel va camino de la muerte. A lo que se refiere el pasaje es que en Israel la religión no ha generado vida, sino muerte. El culto, los ritos, los sacrificios, la ley, etc. han asesinado la vida y producido muerte. Jesús es el único que puede devolver la vida al puede devolver la vida, pero para eso es necesario ir en contra de la normas o las leyes a las que ellos están sometidos, aunque estén en el libro del levítico (cf. Nm 19,11.16). Jesús trasgrede la ley, toca al muerto para darle vida. Vivir una religión desde la imposición y no desde la libertad genera el miedo o el rechazo y ambos conducen a la muerte. La experiencia personal de Dios nos abre horizontes de vida verdadera. No hay que tener miedo ir en contra de ideas preconcebidas o ideologías aunque vengan de lo religiosamente oficial. Jesús no tuvo miedo ir en contra de los códigos de pureza tan respetados por los de su tierra.

La figura del joven también nos lleva a pensar que no es justo que alguien que está llamado a vivir muera tan pronto. Muchas veces los hombres de religión quitamos la vida a tanta gente por el hecho de no expresar su fe como nosotros, la consideramos profana, irrespetuosa, irreverente, poco piadosa, y apagamos la llama del espíritu que se resiste a morir en nuestras manos asesinas. A aquel joven lo había asesinado una religión basada en rituales y carente de compasión. El encuentro con el Dios compasivo le devuelve la alegría y el gusto por la vida. Vale la pena que antes de mirar si las demás religiones son o no  verdaderas mirarnos a nosotros mismos y descubrir si conducimos a la vida o a la muerte.

Que duro es el mensaje de Jesús, que reales son las palabras y las acciones del maestro de la vida.

Iglesia tus hijos mueren y con su muerte acaba tu esperanza. Abandona tus estructuras caducas y vuelve abrirte al Espíritu.

Iglesia vuelve a escuchar la voz de tus profetas. Se fiel a la palabra de tu esposo. No conduzcas a tus hijos a la muerte. Muestra siempre compasiva y nunca inquisidora.

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