NO ESCONDAS LA LUZ DEL AMOR DE DIOS
LUCAS 8, 16-18
16Nadie enciende una lámpara para taparla con una vasija
o meterla debajo de la cama; la pone en el candelero para que los que entran
vean la luz. 17Porque no hay nada oculto que no se haga manifiesto,
ni nada escondido que no llegue a saberse y no salga a la luz. 18Y atención a
cómo escucháis, porque al que produce, se le dará, pero al que no produce le
quitarán hasta lo que cree tener.
Aceptar
el mensaje del reino de Dios como terreno fértil, no puede ser una cuestión
meramente intimista o individualista. Esto equivaldría a encender una lámpara y
meterla debajo de una vasija. Desgraciadamente muchos hemos hecho del cristianismo
y del mensaje de Jesús una devoción que no trasciende el ámbito personal. El
mensaje de Jesús debe iluminar las realidades más oscuras del hombre y de la
sociedad, no para sentirnos derrotados o abrumados ante ellas, sino para saber
dónde la fuerza renovadora del evangelio
hace más falta.
El
mensaje del evangelio, la buena nueva es como la semilla que cuando se esconde
en la tierra, toda su fuerza y toda su vida termina por germinar y brotar
convertida en planta visible a los ojos de todos. La aceptación auténtica del
mensaje de Jesús, cuando es verdadera, no puede esconderse, termina transformándose
en amor practicado. No se pueden esconder las ganas de vivir, de amar, de ser feliz, de ser libre. Los anhelos de
transformar la vida, de componer el mundo, de renovar la sociedad, no pueden
esconderse, están siempre presentes en nuestra vida y terminan aflorando y haciéndose
visibles.
Estos
anhelos, este mensaje, tenemos que mostrarlo a todos, para que vean que aquello
que palpita en su interior ya se ha hecho vida en otros y no sientan el miedo
de avanzar en la soledad. Cuando vemos un hombre luz sabemos que también
nosotros podemos ser luz. Cuando vemos a alguien que ha dado sentido a su vida
en el amor entonces descubrimos que es posible emprender también ese camino. Pero
aunque no viéramos a nadie caminar en la luz, el impulso interno de amor que
llevamos no puede permanecer escondido. Hay que vencer el miedo y convertirnos
en luz que alumbre a todos nuestros hermanos los hombres.
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