LIBERAR SIN HACER DAÑO
LUCAS 4, 31-37
31Bajó
a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y el sábado les estuvo
enseñando. 32Quedaban impresionados por su enseñanza, porque hablaba con
autoridad, 33Había en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu, un demonio
inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: 34-¡Deja! ¿Qué tienes tú contra
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú, el
Consagrado por Dios. 35Jesús le conmino: -¡Cállate la boca y sal de él! El
demonio lo tiró por tierra allí en medio, pero salió de él sin hacerle ningún
daño. 36Todos se quedaron estupefactos y comentaban entre ellos: -¿Qué modo de
hablar es éste, que con autoridad y fuerza da órdenes a los espíritus inmundos
y salen? 37Su fama iba llegando a todos los lugares de la comarca circundante.
Jesús
no se da por vencido, aunque han intentado darle muerte, sigue proclamando la
buena noticia a los pobres y la libertad a los cautivos, abre los ojos de los
ciegos y proclama la gracia de Dios. No desiste de continuar con su programa,
es el ungido por el Espíritu, y continuará con la enseñanza.
Su
enseña impresiona. No es un mero repetidor de palabras o fórmulas. Habla de su
experiencia del Padre y de su amor universal. Sus palabras tienen sentido, no
es un charlatán o comerciante de la fe, es la presencia de Dios en la tierra.
La enseñanza de Jesús contradice la enseñanza oficial. Jesús
comienza a hablar de cosas diferentes a las que están acostumbrados. Desde
niños les enseñaban, por ejemplo: que Dios los amaba sólo a ellos y que odiaba
a los demás, y ahora Jesús sale con que si Dios es amor pleno, no puede amar de
manera parcial, por lo tanto ha ama a todos y siempre. Algunos logran descubrir
la profundidad de las afirmaciones de Jesús y se convencen de ello, pero otros,
los fanatizados por la ideología nacionalista, no pueden permitir que se diga
algo contrario a lo que enseñan sus maestros. Estos ven en Jesús una amenaza
contra su sistema religioso y buscan la manera de meterlo en cintura: ¿Qué tienes tú contra nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú, el Consagrado por Dios. No
pueden entender que un nazareno no hable de Dios ni de los paganos como los
nazarenos; se les hace difícil que el consagrado de Dios no sea como les habían
dicho desde pequeños: violento con los demás, pero tolerante con ellos.
Jesús libera a este endemoniado (fanático), no sin que le
cueste trabajo: El demonio lo tiró por
tierra allí en medio, pero salió de él sin hacerle ningún daño. Pero la
libertad que se consigue cuando se libra de su fanatismo le trae la vida verdadera,
por eso dice: sin hacerle ningún daño. Jesús sabe que liberar nunca hace daño. Lograr que el hombre asuma su libertad es uno de los mejores regalos que se le puede dar.
Qué difícil es para mucha gente liberarse de sus
fanatismos. Cuesta tanto trabajo romper con las ideas caducas sobre Dios, sobre
el mundo, sobre el hombre, sobre nosotros mismos, aunque tengamos la evidencia
de la verdad. Nos aferramos a nuestra vieja manera de ver las cosas. Nos enajenamos
con tantas ideologías que liberarnos de ello parece imposible. Salir de estos
fanatismos nos parece la muerte. Pensamos, cuando alguien nos quiere liberar,
que quiere destruirnos: ¿Has venido a
destruirnos? y contra atacamos, desechando la posibilidad de una vida verdadera. Nos da miedo renunciar a nuestras inservibles seguridades y
comenzar de nuevo. Jesús nos enseña a liberar a nuestros hermanos, los hombres
y mujeres del mundo, aunque cueste trabajo, y sin hacerles daño.
La fama de Jesús se extiende. Jesús hoy sigue siendo un
personaje famoso. Pero quizá hayamos generado nuevos fanatismos entorno al
liberador de los fanatismos. Es necesario desempolvar la imagen del verdadero
Jesús, el que enseñaba con la autoridad de la vida y la verdad, y devolverle el
aroma a libre y nuevo.
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