FUERA DEL AMOR FRATERNO NO HAY SALVACIÓN
EVANGELIO
JUAN 1, 47-51
47 Jesús vio a Natanael, que
se le acercaba, y comentó:
-Mirad un israelita de veras, en
quien no hay falsedad.
48 Natanael le preguntó:
-¿De qué me conoces? Jesús le
contestó:
-Antes que te llamara Felipe,
estando tú bajo la higuera, me fijé en ti.
49 Natanael le respondió:
-Maestro, tú eres el Hijo de
Dios, tú eres rey de Israel.
50 Jesús le contestó:
-¿Es porque te he dicho que me
fijé en ti debajo de la higuera por lo que crees? Pues cosas más grandes verás.
51 Y le dijo:
-Sí, os lo aseguro: Veréis el
cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por el Hombre.
El profeta Oseas había descrito la
elección del pueblo de Israel mediante la figura de la higuera (9, 10).
Natanael representa al pueblo de Israel fiel a las promesas de Dios. Jesús,
como Dios en el pasado, elegirá a Felipe (pueblo de Israel) para que descubra
las obras grandes de Dios.
Felipe ha vivido cobijado o protegido
bajo la sombra de la higuera, de la espiritualidad israelita. Piensa que esa
espiritualidad es la que le hace ser el hombre que Dios espera, y que Jesús, como
maestro, ha descubierto en Israel lo necesario y suficiente para la vida
verdadera. Jesús le hará ver a Felipe que ser un buen israelita no es
suficiente para llevar a cabo el proyecto de Dios. No es a la sombra de la higuera como se logra la perfecta unión
con el Padre ni la perfección humana, no es una institución la que asegura el
acceso al Padre y su proyecto, sino la adhesión a Jesús hasta ser colocados con
él en la cruz como escalera que une la humano con lo divino, al hombre con Dios.
Recordemos que en el Evangelio de san Juan, la corte del Rey son los que son
crucificados junto él, libres de toda primacía o desigualdad.
Es duro afirmar,
pero: no es la institución la que salva, sino la puesta en práctica del amor
fraterno. La frase: “fuera de la Iglesia
no hay salvación” quedó obsoleta. Valdría la pena afirmar con fuerza: “fuera del amor fraterno ha hay salvación”
También Natanael se
queda corto cuando llama a Jesús: hijo de
Dios, rey de Israel. Pues Jesús rebasará las expectativas de Israel, y es
que no será solo el rey de Israel sino de toda la humanidad. Pero no un rey al
estilo de David como todos lo suponían. Será el rey colocado en la cruz
mostrando a todos que el amor y la fidelidad a la humanidad puede llegar hasta
la muerte. Sólo el que ama a la humanidad hasta dar la vida por ella merece ser
llevar el título de rey, los demás son impostores.
Aquel día, Jesús, quiso
enseñarle al Pueblo de Israel que el amor de Dios no podía ser contenido en las
fronteras de un pueblo por muy religioso que este fuera, que el amor de Dios
trasciende todo pueblo y todo tiempo, que el amor no era cuestión de privilegios,
que ninguna institución podía apropiarse el derecho a decidir por Dios quien
debería ser amado o salvado. Dios quiera y lo entendamos pronto.
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