DIME QUE OYES Y TE DIRÉ QUE HABLAS
MARCOS
7, 31-37
31Dejó
Jesús la comarca de Tiro, pasó por Sidón y llegó de nuevo al mar de Galilea por
mitad del territorio de la Decápolis.
32Le
llevaron: un sordo tartamudo y le suplicaron que le aplicase la mano. 33Lo
tomó aparte, separándolo de la multitud, le metió los dedos en los oídos y con
su saliva le tocó la lengua. 34Levantando la mirada al cielo dio un
suspiro y le dijo:
-Effatá
(esto es: «ábrete»).
35lnmediatamente
se le abrió el oído, se le soltó la traba de la lengua y hablaba normalmente. 36Les
advirtió que no lo dijeran a nadie, pero, cuanto más se lo advertía, más y más
lo pregonaban ellos. 37Extraordinariamente impresionados, decían:
-¡Qué
bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Decápolis es la
región donde Jesús había devuelto la vida y la dignidad a hombre poseído que
vivía en los sepulcros. Cuando aquel hombre quiso seguir a Jesús, este le mando
que pregonara entre los suyos lo misericordioso que había sido el Señor con él.
Así lo hizo aquel hombre, fue y pregonó el amor no excluyente de Dios.
A los judíos se les
enseñaba otra cosa. Se les predicaba, desde la infancia, que Dios los amaba a
ellos y excluía a los extranjeros. Les agradaba escuchar historias o cuentos,
de como Dios mostraba su amor a ellos y su repugnancia a los páganos.
El endemoniado,
mencionado anteriormente en el capítulo 5, era extranjero, pagano, por lo tanto
odiado por los judíos, sin embargo su concepto de Dios ahora era más amplio.
El sordo tartamudo es
figura de los discípulos venidos del judaísmo que no pueden aceptar el mensaje
del amor no excluyente de Dios. Si ponemos atención al relatos, este personaje
no leva nombre, es anónimo, por lo tanto es figura representativa de un grupo;
no es él, el que pide que Jesús le imponga la mano, son otros los que lo
llevan; la sordera y tartamudez son, en la escritura, signo de cerrazón al
mensaje de Dios. Se deduce que son los discípulos venidos del judaísmo porque
el Señor los aparta de para liberarlos
de su incomprensión, y en el evangelio de san Marcos, sobre todo después de las
parábolas, se dice que el Señor le explicaba a ellos aparte.
Lo que el pasaje
quiere enseñar es que los discípulo de venidos del judaísmo no quieren oír el
mensaje del amor de Dios también a los extranjeros, que quieren seguir
conservando sus privilegios y su superioridad sobre los demás pueblos. Y cuando
tienen que hablar del mensaje de Dios lo hacen a medias, por eso son
tartamudos, porque no hablan sino de lo que les beneficia olvidándose de lo
misericordioso que es el Señor también con los extranjeros como lo había experimentado
y anunciado el geraseno.
Jesús tiene que
perforar los oídos de sus discípulos israelitas, y abriles los oídos, la mente
y el corazón, pues mientras permanezcan cerrados (sordos) se convertirán en un
obstáculo para su proyecto. Pone saliva en la lengua del tartamudo. La saliva
es en la mentalidad judía es el espíritu condensado, es decir: Jesús trasmite
la fuerza de su Espíritu para que los discípulos puedan hablar con naturalidad
sobre el proyecto del amor del Padre.
Todos tenemos algo de
sordos y tartamudos. Aceptamos del mensaje de Dios lo que nos conviene,
escuchamos perfectamente lo que atañe a los otros, pero lo que nos concierne no
lo tomamos en cuenta. Como consecuencia de esto, nos volvemos tartamudos porque
no hablamos sino lo que no nos compromete, hablamos a medias y sin asumir
riesgos, hablamos y sin comprometernos, nos justificamos diciendo que somos
habladores pero no tientos, aunque al final esto no es sino un acto de cobardía
y tartamudez
Permitamos al Jesús
abrir nuestros oídos, mente y corazón, permitámosle soltarnos la lengua para
proclamar su mensaje de amor aunque implique compromisos…
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